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m@rí@g@stronomí@; un viaje gastromusical, o musicogastronómico..., o de que por mucho que os cuente, mejor que lo veáis por vosotr@s mism@s:

miércoles, 24 de julio de 2013

"Gran Menú" en Casa Solla.


Un restaurante para ocasiones especiales debe lograr que las ocasiones en que los disfrutas sean especiales. La primera vez en la cual en golosíalímite nos dejamos caer por este afamado local, consiguió serlo. Así, que sin más dilación, os recomiendio continuar leyendo acompañados de la música de John Coltrane y su impronunciable Acknowledgement:


Casa Solla, en San Salvador de Poio -Pontevedra-, es un local que roza la perfección; en el exterior, piedra, sombra a cargo de un parra, óxido, fuentes que murmullan, un jardín que invita a hundirse en sobremesas estivales y tranquilidad, mucha tranquilidad. En el interior, madera, espacios abiertos y paredes de cristal encargándose de que el espacio sea confortablemente luminoso. Un gran escaparate permite ver parte de la actividad de la cocina y una sala en la que el servicio puede realizarse y lucirse en sus labores. Menaje categoría summun, servicio rodado, atento y dispuesto a que el cliente disfrute como hemos disfrutado nosotros.
Hay muchos motivos, aparte del económico, para no acercarse demasiado por este tipo de locales (de ahí que este blog se ocupe con especial ímpetu de  esas casas con encanto y gratitud en rangos de precios menores), pero cuando lo que su oferta promete, se cumple; rozar el cielo es una bien hallada recompensa.
La carta de Casa Solla incluye tres menús, una buena lista de entrantes, pescados, mariscos, carnes, tabla de quesos y postres. Pocas he visto más francas y mejor estructuradas; aunque con esas características se puedan encontrar unas cuantas a mejor precio.  
Celebrar el fin de las vacaciones es cosa seria y ha de hacerse en buena compañía y, pudiendo ser; con algo de lo que se ha ahorrado para tal ocasión, listo para ser invertido en felicidad. El hecho de que en plena faena, la concurrencia se emocione y ese canto del cisne vacacional, cueste más y más euros; no deja de ser señal de la emoción de la cual nuestro gastroblogger favorito se ha ocupado a lo largo de cientos de entradas.

Sentados en mesa, tras haber sido recibidos y colmados de atenciones por las labores mecánicas que el servicio ejecuta desde un nivel de dificultad 10, las ansias de diversión de los 5 comensales que ocupábamos la mesa, consiguieron hacernos ojear la carta de manjares un par de veces e ir al grano en la de bebidas. 
Alguien en mesa solicitó una manzanilla para comenzar y contagió al resto de inmediato. Así como quien no quiso la cosa, estábamos disfrutando  de un buen Jerez servido en una copa adecuada. La Bota nº 32 de Equipo Navazos; gran Sherry; que deja una agradable sensación de intensidad y equilibrio, sin los dejes acuosos que denotan los Sherrys de rango menor.
Comenzó este festival con ganas de pasarlo en grande y, en consecuencia, con apuestas fuertes; el Gran Menú compuesto "por 20 pases" de la cocina de Casa Solla y tres vinos de contrastada solidez; un Viña Moraima del '08, un Rías Baixas elaborado en Barro; otro acogido en la misma D.O.,el GOLIARDO Caíño del '10 y un Ribeiro, el VX primo caco de Gomariz elaborado en Bodega María Álvarez Serrano. Daré cuenta sólamente del primero de ellos, como es costumbre, al final de la entrada.
Los tres gallegos, escogidos así por casualidad y los tres geniales. Pero habría que aclarar que el blanco con el que se comenzó dejó de un modo unánime, las mejores impresiones. También cabe señalar, que dado lo triunfal del menú, rematamos el mismo con Champagne y es que las grandes victorias, requieren grandes celebraciones ;-). Por cierto, ninguno con mejor RCP, que el gran reserva de André Clovet. 

La carta de vinos está a la altura; bien estructurada, con una cantidad de referencias sobresaliente  y con precios variables. Me explico; algunas botellas con precios algo exagerados -inflados si se prefiere- y otras, sorprendentemente comedidas en el mismo y más si se tiene en cuenta el pedazo local en el que van a ser consumidas.
Cabe señalar que el servicio del vino es óptimo y el servicio en general, nos pareció, como poco, impecable.

Para que un menú de 97€ fructifique de la manera deseada, ha de partir de grandes productos y de innumerables detalles que los eleven más y más; los cuales sucedieron de principio a fin. No suelo ser favorable a solicitar menús degustación que se pasen del número de platos ideal (aperitivo, dos entrantes, dos principales y dos postres), pero en esta ocasión, ha merecido la pena. 
Para ello lo son todo los tiempos de servicio, la atención del mismo y las cantidades. Bocados y raciones ridículas, no sacian la golosialimte de la que, por aquí, solemos hacer gala. Cantidad y ritmo; como en las grandes comedias; sin olvidarse de que la mesa manda y se pueda solicitar alguna que otra parada técnica.

Los aperitivos fueron llegando a la mesa uno tras otro y nos prepararon para el menú sin demasiada paja.
Un dedal de exquisito caldo de mejillón escabechado, un tomate cherry bloody-maryzado un curioso pan con aceite, camarones crujientes que junto con la manzanilla de la bota eran néctar divino, un entretenido trampantojo de huevo sin huevo o una rica rica croqueta de jamón para comer con cuchara.


Navaja en ceibiche cremoso de pomelo. Un cebiche pasado por sifón dotado de la espasmódica acidez del pomelo, en contraste con una  navaja pletórica en su jugosa mordida. Me encantó.


Corneto de verduras; cualquier sensación que os deje la imagen, es insuficiente en relación a lo disfrutable que ha resultado este corneto. Perfecto, veraniego, fácil de comer con un helado riquísimo y muchos sabores bien conjugados. He criticado en alguna ocasión la actual costumbre que han adquirido en muchos restaurantes que nos hace comer con las manos platos imposibles; pues esto no tiene nada que ver, todo es lógico y agradable.

Un bonito muy bien acompañado. A estas alturas tod@s nos habíamos alegrado de haber solicitado este menú que estaba cumpliendo con eso de ser un "Gran" Menú. Precioso cuenco, además.

Cremas de  guisantes c/ jamón ibérico. El jamón podría ser ibérico, como no serlo. Del soporte-plato...- horrendo como el sólo, no hablaré más; pero el conjunto resultó una fresca e interesante revisión de los guisantes con jamón de toda la vida.

Sopa de tomate picante con navajas, algas y berberechos. Rica, rica; cargada de buen producto, pero con un punto picantón poco apto para el verano.

Yema de huevo en pomada con yemas de espárragos. Sabroso, con esa melosidad y sensación que dan dos productos tan únicos, como única resulta su combinación. He probado algún plato con estos ingredientes en concurso, más efectivo; pero este fue el que disfrutamos ese día en Solla y nos sentó genial.

Mero, puerros, ajos y cebollas. Probablemente el mejor plato del menú y no estoy diciendo que fuese el que más me haya gustado -que también-; sino que como una sacerdotisa que dicta cual es el buen gusto universal; sentencio que este plato merece incar rodilla al suelo. 

Bacalao con sus callos. Bien, buen miniplato de gelatinoso pescado.

El bogavante "ibérico" entra en concurso con el mero, en un duelo por ser el plato más flipante de la velada. Tremendo pedazo de gloria en medio de un menú tan largo, es muy de agradecer. 

Bocata de pepito de vaca. Una masa tan crujiente como insípida con una especie de tártaro de carne en el interior, para comer de un bocado. No lo entendí, ni me gustó; bueno, mejor decir que no estuvo a la altura; por que comer, me lo comí...

La cacheira viajera. Una especie de prensado de cacheira, pensado para comer con las manos que resultó agradable, pese a que no me pareció la preparación más adecuada para rematar tan magnífico menú. 

Unos quesitos previos al postre para continuar en el olimpo un rato más, mecidos en el regazo de Baco... (podeis reiros; la chorrada está escrita a propósito, no es que me haya metido en vena 440 mg de horteril).


Aperitivos dulces previos al postre, como la piña colada, unas gominolas, un remarcable cítricos -imagen superior- y por fin las cerezas con hierbaluisa y muesli crujiente. Buen postre con unas estupendas cerezas  coronando una crema fresca y opulenta a la vez. El muesli aportaba textura crujiente y poco más.


Paisaje de verano, fresco, aromático, cromático y etéreo final. Chapeau!


Todavía faltaban los chocolates para acompañar el café . Impresionante y fastuosa selección de chocolates que si lograron colmar mi chocoadicción con dulces sabrosos, divertidos y elegantes. Una selección de pettit fours, difícil de igualar.

La sobremesa estuvo a la altura del menú, con un Cognac de quitar el hipo en mi caso, Gin Tonics, en otros, sonrisas de oreja a oreja en todos y una grata compañía, que es lo que a fin de cuentas más he de agradecer.

Como lo prometido es deuda; que nadie le pierda la pista a este vino del que he comenzado a hablaros unos cuantos  párrafos más arriba; el viña MORAIMA. 
Le sientan muy bien los años a este albariño, producido no muy lejos del restaurante posteado; en el alto Salnés, por una cooperativa llamada Adega Moraima. Cepas viejas y mucho mimo a cargo de sus elaboradores, logran un vino pletórico; glicérido con una intensidad en nariz destacable, una acidez perfectamente equilibrada y buena estructura. Un regalo disponer del mismo, en carta a menos de 20 €.
Rematamos con un vino gallego y con jazz hecho en Galicia; os dejo en directo con Xacobe Martinez Antelo (si, el de MARTELO) al contrabajo, L.A.R. Legido a la batería y Manolo Gutierrez al piano; SUMRRÁ:


COCINA:   ****1/2
SERVICIO: ***** 
LOCAL:    *****
 
BODEGA:   ****1/2
 
PRECIO:   **1/2

TOTAL: 21,5

4 comentarios:

  1. El precio hace exigir, y mucho, pero veo que ha sido una experiencia a la altura, me alegro. Yo tuve mis altibajos en esa casa y leo sobre alguna experiencia no tan buena -sin ir más lejos, la última de tu bloguero gastrochalado de referencia, Daninland-, así que pongo esta en el plato bueno de la balanza, a la espera de volver a comer allí.
    Por cierto, la música es soberbia. Si he de entender que corresponde a lo comido y bebido, ya no tengo dudas sobre cómo os sentisteis.
    Muy curioso ese Moraima, anoto por si acaso...

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  2. Jorge, ese bloguero gastrochalado del que hablamos, se confesó como el primer sorprendido a la hora de comprobar como se comportó un menú tan largo. Alucinamos con las verduritas, el bonito, el mero, el bogavante y los postres, que pese a ser más ligeros que los que seleccionamos normalmente; sabes que al final te aguarda una buena dosis chocolatera.
    Además el servicio fue óptimo y se disfrutó la experiencia de cabo a rabo, sin trabas, con sobremesa y todo. Eso logra que te olvides de la factura y te alegres de estar en esa casa. Las caras de la foto inicial, dicen mucho.

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  3. Nos alegramos de que hayais descubierto y disfrutado de Moraima. Estamos muy contentos de que un vino con poca crianza como el nuestro se comporte tan bien en botella.
    Ah! y Pepe Solla es un crack :-)

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  4. Hola Viña Moraima. Ese Moraima ha sido un gran descubrimiento hasta para quien que nos lo recomendó. En mesa estaba un chico que había estado en vuestra bodega días atrás y, hasta él, se mostró sorprendido.
    Por cierto, a ver si se decide y catamos una botella de esas que presume tener guardadas para una cata.

    Cuidan bien el vino en Casa Solla. ¡Gracias por la visita!

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